LO RURAL HA MUERTO, VIVA LO RURAL
Otro puñetero libro sobre la despoblación
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Autor: Víctor Guiu
Introducción: Luis Antonio Sáez Pérez
2019 • 17x24 • 160 páginas
La despoblación está de moda. Todos tienen respuestas para ganar el partido.
O van con la pregunta contestada, o pocos preguntan a jóvenes y paisanos, que tienen claro dónde les encamina la cultura imperante.
A través de imágenes cotidianas de los que nadan en este mar inmenso, se nos muestran puntos de vista donde la hibridación urbano-rural ha transformado lo que creíamos “rural”.
Combinando literariamente anécdotas y estudios, el autor exprime lo que sucede diariamente por nuestros pensamientos híbridos. Porque ahora que todo esto es producto, se nos olvida que nadie cambia el discurso del remedio. Y los remedios, como los niños que imaginan el mundo viendo la pantalla de un móvil, no tienen mucho que ver con lo que nos cuentan.
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Lo rural… Y eso ¿qué es?: la España vacía, vaciada, interior… ¿España, mi querida España?
Hasta el día de hoy bastaban unos cuantos topicazos para salir airoso. Nada más lejos de la realidad. La complejidad que encierra la respuesta requiere hacer encaje de bolillos. Este libro no busca respuestas; las teje. Pero sí se hace preguntas, muchísimas, para que el lector extraiga sus conclusiones ya sea repartidor, poeta, ingeniero o pastor.
Abordando puntos de vista diferentes con humor y valentía, recopilados vital y profesionalmente durante décadas, el libro exprime el languidecer de un mundo que nos toca de lleno. Todos tienen remedio, aunque el discurso del remedio es en esta historia lo que menos ha cambiado.
El siglo XXI es el vademécum de la modernidad. En estos tiempos líquidos de: ¡queremos todo y lo queremos ya!, la fina sombra de la parca se intuye en la lejanía y quizás no haya vuelta atrás.
Los ciudadanos, las entidades, los gobiernos… todos están en el tablero y cada uno mueve sus fichas como puede o le dejan. Pero la partida tiene truco.
Rigor, seriedad, ironía y acidez, se dan cita en este libro tan esclarecedor y tan limpio, para que no olvidemos el motivo cultural que envuelve la despoblación y contra el que es casi imposible luchar.
La nostalgia hiere, pero la desidia es letal.
Como quien espera entre la docilidad y el cabreo, asistiremos al sepelio de cuerpo presente, aunque nunca nos hayan dado vela para este entierro. Y después, por supuesto, nos quejaremos… ¿o no?
Sergio Grao